Tras más de hora y media de deliberaciones, el jurado del IV Certamen de Cartas de amor ha decidido que los ganadores de este año sean:
1ª Volver a enamorarte.
Autora: Mª Aranzazu Polo Margareto de Valladolid
2ª Nunca preguntaré por qué te fuiste.
Autora: Carmen Iglesias Pitera de Badajoz
3ª Insomnio.
Autor: Reyes Pintado Villa de Manzanares (Ciudad Real)
A continuación se adjunta relación de lugares de procedencia de las cartas:
Villanueva de la Serena seis cartas
Don Benito tres cartas
La Zarza
Puebla de Alcollarín
Puebla de la Calzada
Badajoz
San Sebastián de los Reyes y Las Rozas (Madrid)
Vilanova del Camí (Barcelona)
Mairena del Aljarafe (Sevilla)
Albacete Albacete
Puertollano y Manzanares (Ciudad Real )
Puebla de Guzmán (Huelva)
La Serena (Chile)
Jaca (Huesca)
Valladolid (Valladolid)
Cuevas de San Marcos (Málaga)
San Sebastián (San Sebastián)
Oviedo (Asturias)
O Temple (A Coruña)
Monells (Girona)
Jaén (Jaén)
Los siguientes textos son los ganadores del IV Certamen de Cartas de Amor que la Universidad Popular organiza con motivo de San Valentín:
En Primer lugar Volver a enamorarte:
Querida mía:
Hoy vuelvo a escribirte para decirte lo mucho que te quiero. Luego, me sentaré a tu lado, tomaré mis lentes, pues también en mis ojos el paso de los años ha hecho estragos, y la leeré ante tu mirada ausente.
Al igual que todas las tardes, desde hace años, hablaré contigo. Te peinaré el cabello, que se ha ido cubriendo de copos de nieve. Masajearé los delgados dedos y las enjutas piernas, perfumaré el cuello con tu colonia preferida y volveré a contarte la historia de nuestros hijos, porque aunque lo has olvidado, tuvimos tres maravillosos retoños. Te enseñaré las fotos de nuestros nietos, esas criaturas traviesas, que te llenan de besos de duendes y te miran perplejos. Comentaré contigo las noticias de la tele, de lo mucho que está cambiando el mundo y que tanto me sorprende. Hablaremos de la gente que conocimos y que los años nos arrebataron.
Y cuando te alarmes porque crees que te encuentras delante de un extraño, comenzarás a gritarme. En ese momento te abrazaré contra mi pecho e intentaré calmarte y de nuevo, empezaré a relatarte quien soy, como nos conocimos y lo mucho que sigues significando para mí. No voy a cansarme nunca de hablarte de nosotros. A pesar de que tu mente se niegue a reconocer que me amas.
El candado que cierra las puertas de tu recuerdo no tiene llave pero, yo no voy a rendirme y abandonarte en tu celda. Sé que estás prisionera en un mundo desconocido y tienes miedo.
Yo no voy a rendirme. Nunca permitiré que la enfermedad me derrote. Aunque ya no sepas quien soy ni lo mucho que te quiero. No dejaré de escribirte una carta de amor cada día. La enfermedad, que te ha devorado la memoria, no sabe que no voy a cesar en mi empeño.
Cada día, querida mía, voy a volver a enamorarte.
Ana y yo.
En segundo lugar Nunca preguntaré por qué te fuiste.
Tu olor tras la puerta y una leve vacilación (como si la tarde renunciara al naranja testarudo que tanto me asusta), me hicieron adivinar que nunca volverías.
Lo supe; y quedé atascada en las palabras; y no fui capaz de distinguir entre la tarde naranja y tu imagen de silencio, entre tu olor sin retorno y la vacilación.
Y se congelaron, como en una instantánea digital, aquellos días en que revolviste mi vida, desordenando todos mis hastíos como un cajón de ropa interior.
Se congelaron todas las estrellas de mi universo de miedos y noches sin ti, clavándome sus puntas para que dejara de latir este corazón que te entregué, intacto de fracasos y mentiras.
Ya no late; no hay sino penumbra en mis actos cotidianos.
Me has empujado a un abismo acre.
Aquellas manos -tantas veces en mi cuerpo- que supieron arrancarme la voz y el deseo, aquellas, las que me reinventaron en un diccionario de tactos, me han expulsado de la certeza de tu mundo.
No supe intuir que tus besos eran -al fin y al cabo- el mar de siempre disfrazado de lluvia, llenándome de agua.
No entendí que tu boca masticaba despacio la traición, antes de acariciar mi piel, cuando escapábamos del sol y de la luz. ¿Recuerdas?.
No presentí tus pasos, hollando el espacio que me habías regalado, cuando embrujaste mi rutina conjurando lunas y amaneceres, convirtiendo mi oscuridad en un calidoscopio creíble y necesario.
Te quise tanto que no pude percibir que mi amor se aplastaba en el suelo que me habías fabricado sobornando mi fe y mi irrevocable decisión de ser cadáver.
He vuelto, con aquel silencio del destino que destiñó mis lágrimas y mi vida, a pasear entre los campos de girasoles -fototropismo indescriptible, como tus ojos, iluminando el roce del viento en mi nuca- y sólo encontré estelas de pétalos amarillos y polen marchito. Allí estaban, entre los girasoles, como garras de tristeza arañando la tarde y mi soledad, el hueco de tu sombra y las cenizas de tus te quiero, justificando con ternura que nunca preguntaré por qué te fuiste.
Que nunca reconoceré que, al quererte, me hiciste efecto secundario de tus sueños; que al perderte, suicidaste el deseo por tu cuerpo y por tu mente.
Que al traicionarme, me descosí de tu pensamiento, girando, amarilla (¡Oh! Girasoles) tras tu huida, dolorosamente atractiva.
Fototropismo inútil que los años han matizado con una nada profunda como la herida de este corazón, que ya no late.
Fototropismo
1ª Volver a enamorarte.
Autora: Mª Aranzazu Polo Margareto de Valladolid
2ª Nunca preguntaré por qué te fuiste.
Autora: Carmen Iglesias Pitera de Badajoz
3ª Insomnio.
Autor: Reyes Pintado Villa de Manzanares (Ciudad Real)
A continuación se adjunta relación de lugares de procedencia de las cartas:
Villanueva de la Serena seis cartas
Don Benito tres cartas
La Zarza
Puebla de Alcollarín
Puebla de la Calzada
Badajoz
San Sebastián de los Reyes y Las Rozas (Madrid)
Vilanova del Camí (Barcelona)
Mairena del Aljarafe (Sevilla)
Albacete Albacete
Puertollano y Manzanares (Ciudad Real )
Puebla de Guzmán (Huelva)
La Serena (Chile)
Jaca (Huesca)
Valladolid (Valladolid)
Cuevas de San Marcos (Málaga)
San Sebastián (San Sebastián)
Oviedo (Asturias)
O Temple (A Coruña)
Monells (Girona)
Jaén (Jaén)
Los siguientes textos son los ganadores del IV Certamen de Cartas de Amor que la Universidad Popular organiza con motivo de San Valentín:
En Primer lugar Volver a enamorarte:
Querida mía:
Hoy vuelvo a escribirte para decirte lo mucho que te quiero. Luego, me sentaré a tu lado, tomaré mis lentes, pues también en mis ojos el paso de los años ha hecho estragos, y la leeré ante tu mirada ausente.
Al igual que todas las tardes, desde hace años, hablaré contigo. Te peinaré el cabello, que se ha ido cubriendo de copos de nieve. Masajearé los delgados dedos y las enjutas piernas, perfumaré el cuello con tu colonia preferida y volveré a contarte la historia de nuestros hijos, porque aunque lo has olvidado, tuvimos tres maravillosos retoños. Te enseñaré las fotos de nuestros nietos, esas criaturas traviesas, que te llenan de besos de duendes y te miran perplejos. Comentaré contigo las noticias de la tele, de lo mucho que está cambiando el mundo y que tanto me sorprende. Hablaremos de la gente que conocimos y que los años nos arrebataron.
Y cuando te alarmes porque crees que te encuentras delante de un extraño, comenzarás a gritarme. En ese momento te abrazaré contra mi pecho e intentaré calmarte y de nuevo, empezaré a relatarte quien soy, como nos conocimos y lo mucho que sigues significando para mí. No voy a cansarme nunca de hablarte de nosotros. A pesar de que tu mente se niegue a reconocer que me amas.
El candado que cierra las puertas de tu recuerdo no tiene llave pero, yo no voy a rendirme y abandonarte en tu celda. Sé que estás prisionera en un mundo desconocido y tienes miedo.
Yo no voy a rendirme. Nunca permitiré que la enfermedad me derrote. Aunque ya no sepas quien soy ni lo mucho que te quiero. No dejaré de escribirte una carta de amor cada día. La enfermedad, que te ha devorado la memoria, no sabe que no voy a cesar en mi empeño.
Cada día, querida mía, voy a volver a enamorarte.
Ana y yo.
En segundo lugar Nunca preguntaré por qué te fuiste.
Tu olor tras la puerta y una leve vacilación (como si la tarde renunciara al naranja testarudo que tanto me asusta), me hicieron adivinar que nunca volverías.
Lo supe; y quedé atascada en las palabras; y no fui capaz de distinguir entre la tarde naranja y tu imagen de silencio, entre tu olor sin retorno y la vacilación.
Y se congelaron, como en una instantánea digital, aquellos días en que revolviste mi vida, desordenando todos mis hastíos como un cajón de ropa interior.
Se congelaron todas las estrellas de mi universo de miedos y noches sin ti, clavándome sus puntas para que dejara de latir este corazón que te entregué, intacto de fracasos y mentiras.
Ya no late; no hay sino penumbra en mis actos cotidianos.
Me has empujado a un abismo acre.
Aquellas manos -tantas veces en mi cuerpo- que supieron arrancarme la voz y el deseo, aquellas, las que me reinventaron en un diccionario de tactos, me han expulsado de la certeza de tu mundo.
No supe intuir que tus besos eran -al fin y al cabo- el mar de siempre disfrazado de lluvia, llenándome de agua.
No entendí que tu boca masticaba despacio la traición, antes de acariciar mi piel, cuando escapábamos del sol y de la luz. ¿Recuerdas?.
No presentí tus pasos, hollando el espacio que me habías regalado, cuando embrujaste mi rutina conjurando lunas y amaneceres, convirtiendo mi oscuridad en un calidoscopio creíble y necesario.
Te quise tanto que no pude percibir que mi amor se aplastaba en el suelo que me habías fabricado sobornando mi fe y mi irrevocable decisión de ser cadáver.
He vuelto, con aquel silencio del destino que destiñó mis lágrimas y mi vida, a pasear entre los campos de girasoles -fototropismo indescriptible, como tus ojos, iluminando el roce del viento en mi nuca- y sólo encontré estelas de pétalos amarillos y polen marchito. Allí estaban, entre los girasoles, como garras de tristeza arañando la tarde y mi soledad, el hueco de tu sombra y las cenizas de tus te quiero, justificando con ternura que nunca preguntaré por qué te fuiste.
Que nunca reconoceré que, al quererte, me hiciste efecto secundario de tus sueños; que al perderte, suicidaste el deseo por tu cuerpo y por tu mente.
Que al traicionarme, me descosí de tu pensamiento, girando, amarilla (¡Oh! Girasoles) tras tu huida, dolorosamente atractiva.
Fototropismo inútil que los años han matizado con una nada profunda como la herida de este corazón, que ya no late.
Fototropismo
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